sábado, 22 de enero de 2011

HACIA UNA CAPACITACIÓN CIENTÍFICA PERMANENTE

La capacitación docente asume un rol protagónico como forma de solucionar gran parte de los males por los que atraviesa la educación. Constituye además, un instrumento que indudablemente mejora la calidad de la educación y redunda en el aprendizaje significativo de los estudiantes cuando ésta es científica y permanente.


Nos referimos a capacitación científica toda vez que sea producto de un diagnóstico de las necesidades e inquietudes sentidas por los docentes en ejercicio y futuros docentes.
En cuanto al término permanente nos referimos a que cada docente pueda acceder constantemente al abanico de oportunidades que la universidad de Panamá y otras instancias educativas ofrecen. Lo importante, es que este abanico de oportunidades, responda efectivamente a las necesidades que la educación del siglo XXI exige dentro del contexto del aprendizaje de los estudiantes.
Esta capacitación debería responder verdaderamente a las exigencias del nuevo siglo brindando las herramientas para lograr las competencias necesarias que los ubique dentro de una élite de docentes conscientes del papel que les toca jugar en la formación de futuras generaciones.
A la luz de la transformación curricular en proceso, es importante que se logre un cambio de paradigma tanto en la oferta de capacitación por parte de las instancias encargadas de programar cursos, seminarios y otras modalidades de capacitación docente por un lado, y por otro, es urgente un cambio de actitud del docente.
Este cambio de actitud de nuestros futuros docentes conllevará a entender y comprender la importancia y el verdadero significado de una capacitación y aprendizaje permanente.
Un sistema de capacitación científica permanente intenta cambiar poco a poco el paradigma del docente hacia la excelencia pedagógica y aceptación de la capacitación como una necesidad y un deber del docente de hoy.
Por tanto, si no hay cambio de actitud en los docentes, no se logrará la calidad de la educación que tanto aspiramos. Si no existe una conciencia real del por qué se participa en una capacitación, difícilmente existirá la posibilidad de la transferencia de la capacitación al aula.
Por ende, urge la búsqueda de alternativas que coadyuven a lograr este cambio de actitud desde nuestras aulas universitarias, de tal manera que, desde las instancias encargadas de dicha capacitación, el éxito de ella no sea medido en función de la cantidad de docentes capacitados si no de la calidad de la capacitación y desde los docentes no sea lo fundamental acreditar el mayor puntaje posible para garantizar un puesto de trabajo sino, que exista una efectiva transferencia de la capacitación hacia el aprendizaje de los alumnos.









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